Los últimos avances en telefonía han acercado a tablets y smartphones al nivel de rendimiento de otros dispositivos electrónicos más tradicionales como los ordenadores de sobremesa ó las consolas. El mercado del videojuego aprovecha ésta particular circunstancia.

La industria del videojuego es una de las pocas que apenas se ha visto afectada por la crisis. Cada año se suceden nuevas plataformas y numerosos títulos que nos ofrecen una experiencia de juego cada vez más completa y apasionante. Crece la oferta… y también crece el público objetivo de éste producto. Y es que los videojuegos ya no son feudo exclusivo de adolescentes; niños, adultos y hasta personas de avanzada edad encuentran en ellos una de sus más predilectas diversiones.

Por otra parte, los avances técnicos experimentados en los dispositivos móviles (fundamentalmente smartphones y tablets) los convierten en la plataforma ideal para desarrollar y utilizar videojuegos de última generación. Sin embargo… éste nuevo desembarco del “ocio móvil”… ha introducido unas nuevas y cuestionables normas.

Lo barato sale caro.

Uno de los principales atractivos de los juegos ofertados para telefonía móvil es su “aparente” abajo coste. Versiones que compiten de tú a tú, en calidad con sus homólogos de consola… pero a un precio muy inferior al de sus supuestos “hermanos mayores”. ¿Dónde está el truco?.

Actualmente, la mayor parte de los títulos adoptan lo que se denomina “sistema de micropagos”, ó dicho de otro modo, para poder tener una experiencia completa de juego, al desembolso inicial (que rara vez supera los 3 €) hay que añadir montos adicionales que, en ocasiones, pueden superar los 300 €.

Diseñados para ganar dinero.

Hace no tanto tiempo, los diseñadores establecían nuestro progreso en el juego en función de la denominada “Curva de Dificultad“; esto es… un cociente entre el tiempo jugado y la destreza técnica necesaria para seguir avanzando en la trama del juego. De su adecuado calibrado dependía, casi siempre, el éxito final del programa.

Recientemente los equipos de desarrollo de software de ocio han encontrado la panacea: que sean los propios usuarios los que paguen por definir ésta Curva de Dificultad a su gusto, placer… y medida.

Ó pagas ó no juegas.

Permítannos un ejemplo: un gran número de los simuladores de conducción ofrecen unos niveles iniciales extremadamente sencillos que permiten al usuario dominar pronto el juego… y, de algún modo, establecer con él una relación de fidelización.

Tras esos niveles, la situación se complica y para poder estar a la altura de lo que el videojuego nos exige ó bien al nivel de lo que utilizan el resto de usuarios en su experiencia “on line”… toca desembolsar dinero. Dinero real. Llegó el momento de sustituir el utilitario que nos regalaron al iniciar el tutorial, sacar la tarjeta de crédito y colocar en nuestro garaje virtual un flamante deportivo italiano.

En otras ocasiones nuestra partida queda detenida durante horas (literalmente secuestrada) a la espera de que invirtamos dinero real… ó haciendo un alarde de paciencia, decidamos transigir y posponer nuestra experiencia de juego.

Un modelo de negocio extremadamente lucrativo que genera diariamente consultas, protestas y reclamaciones de nuestros consumidores, algunos, al tener que afrontar facturas astronómicas por un juego que – inicialmente – apenas sí les costó unos céntimos de euro (cuando no fué “gratis”).

 ¿Qué hacer?.

  • En primer lugar, elegir bien los títulos que instalamos. En ocasiones es preferible desembolsar algo más de dinero en la compra del título pero, a cambio, adquirir un programa completo, finalizado y sin necesidad de micropagos.
  • Si no queremos sorpresas desagradables, debemos hacer uso de la – cada vez más extendida – opción que nos permite dentro del propio programa, bloquear la opción de pagos adicionales.
  • Importante, supervisar a los menores que utilicen tales aplicaciones para evitar que cursen pagos no solicitados (algo totalmente ilegal, ya que no están habilitados para realizar tal operación).
  • En última instancia, y una vez que el daño está hecho, no resignarse. Nuestro Equipo Legal trata diariamente con casos de pagos no solicitados y, gracias a nuestra experiencia, podemos asegurarles que tan desagradable situación… puede resolverse.

 

 

4 COMENTARIOS

  1. He sido víctima de lo que se comenta en esta publicación. En este caso Google Wallet me informa que no se hace cargo de esta situación y a la vez mi compañía de telefonía ya ha realizado el cargo a google wallet.
    La cuestión es que alguien se ha apoderado de mi cuenta y ha realizado compras online por un valor de 275 € en unas cuantas horas. Qué debo hacer?

    Saludos y gracias

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