Si se sigue una dieta variada y equilibrada no hay por qué ingerir suplementos vitamínicos. Un reciente estudio alerta de que su abuso, especialmente entre las mujeres, aumenta el riesgo de muerte. Los expertos advierten de que deben tomarse siempre bajo prescripción facultativa y sólo cuándo existan enfermedades que alteren su absorción.
Tan sólo hace falta estar más cansado de lo normal, encontrarse algo «flojo», sentir que la mente no rinda igual o hacer una dieta, normalmente desequilibrada, para recurrir a los suplementos de vitaminas. El hecho de disponer de estos preparados sin receta médica y con la idea errónea de que su toma no supone ningún riesgo para la salud, ha propiciado que la comunidad científica se haya visto obligada a alertar a la población de que no se trata de un producto inocuo. En concreto, una revisión de los últimos estudios sobre los suplementos vitamínicos ha revelado que su uso continuado puede estar asociado a un mayor riesgo de muerte. El trabajo, enmarcado dentro del «Estudio de Salud de la Mujer de Iowa» y publicado en octubre de 2011 en la revista «Archives of Internal Medicine», analizó los hábitos nutricionales y el uso de suplementos nutricionales y la tasa de mortalidad de 40.000 mujeres de entre 55 y 69 años durante el periodo comprendido entre 1986 y 2004. En concreto, la tasa de defunción fue más elevada con los multivitamínicos, vitamina B6 y ácido fólico, así como algunos minerales entre los que destacan el hierro, el magnesio, el zinc y el cobre.
Efecto «inmediato»
Existen dos tipos de vitaminas: las hidrosolubles y las liposolubles. En cuanto a las primeras, corresponden a las del grupo C y B. Se pierden al cocer los alimentos, el organismo no las almacena y, por tanto, se eliminan por la orina.
Respecto a las liposolubles como la A, D, K y E, tienen la capacidad de almacenarse en el hígado y en dosis excesivas se vuelven tóxicas. Jaakko Mursu, autor del estudio y miembro del departamento de Ciencias de la Salud del Instituto de Salud Pública y Nutrición Clínica en la Universidad del Este de Finlandia afirma a este semanario que «la alta cantidad de vitamina A, por ejemplo, puede causar toxicidad en el hígado en un corto periodo de tiempo». Conviene dejar claro, continúa, «que la suplementación vitamínica sólo está justificada cuando existen deficiencias nutricionales. Las más comunes corresponden a la vitamina D, B12, ácido fólico y hierro. La falta de vitamina D puede darse en personas que viven en lugares donde apenas sale el sol y la escasez de hierro en algunas mujeres debido a la menstruación. El resto de deficiencias nutricionales suelen estar relacionadas con otras enfermedades que, en la mayoría, no se solucionan tomando vitaminas».
Tal y como se extrae de la investigación, la vitamina B6 incrementó 4,1 por ciento el riesgo de muerte, el ácido fólico un 5,9 por ciento, el hierro un 3,9 por ciento, el magnesio un 3,6 por ciento y el zinc un 3,0 por ciento. Por su parte, el cobre se asoció con un aumento del 18 por ciento del riesgo de defunción. Por contra, sólo el calcio estaba relacionado con una disminución de la mortalidad. «En vez de tomar tantos suplementos, lo que la gente tiene que hacer es mejorar la calidad de su dieta gracias al aumento del consumo de frutas y verduras», advierte el investigador.
Sin embargo, el estudio de Iowa no cuenta con la aceptación de todos los expertos. «Es un estudio observacional y, por tanto, pueden presentarse múltiples factores de confusión que influyen en su resultado. Además, no establece una relación causa-efecto entre la toma de suplementos y el incremento de mortalidad. Por tanto, los hallazgos de este estudio deben ser interpretados prudentemente. No obstante, su conclusión de evitar una suplementación vitamínica o mineral indiscriminada es compartida por toda la comunidad científica», sostiene el doctor Camilo Silva Froján, del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra. Por su parte, la doctora Pilar Gómez Enterría, coordinadora del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) considera que la toma indiscriminada de vitaminas por cuenta propia no sólo no es beneficiosa sino que, incluso, puede ser peligrosa sobre todo cuando se trata de las vitaminas liposolubles. «Un exceso de vitamina A puede favorecer la aparición de osteoporosis, el de vitamina D producir náuseas, vómitos, estados de confusión; el aporte de vitamina A y betacarotenos junto con hierro, puede también favorecer el cáncer de pulmón en fumadores y ex fumadores. Pero también la vitamina C, hidrosoluble puede, en personas predispuestas, producir cálculos renales».
Una opinión que comparte Silva, quien añade que abusar «de la vitamina D puede producir hipercalcemia. A pesar de su menor potencial tóxico, se ha descrito también un mayor riesgo de litiasis renal con la toma de cantidades elevadas de vitamina C. Es evidente que, por su vía de eliminación, los pacientes con insuficiencia renal tienen más riesgo de toxicidad por vitaminas hidrosolubles. Por tanto, la supervisión médica es la garantía de un uso correcto».
Peor mantenimiento
Dado que son muchas las personas que recurren a este tipo de productos para cuidar la salud ósea, conviene saber que un estudio realizado por científicos de la Universidad de Keio en Tokio (Japón), revela que los suplementos de vitamina E podrían perjudicar el mantenimiento de los huesos. El trabajo, que aparece publicado en el último número de la revista británica «Nature Medicine», comparó lo que sucedía en los huesos de roedores con un déficit de vitamina E frente a aquellos que recibieron suplementos de este componente. La cantidad de masa ósea está determinada por el equilibrio entre dos tipos de células: los osteoblastos que intervienen en la creación del nuevo tejido óseo, y los osteoclastos, que lo degradan. Los ratones con dosis altas de vitamina E perdieron masa ósea, un dato que los científicos consideran que se debe a que este componente aumenta el número de osteoclastos, lo que a su vez se traduce en que se destruye más hueso del que se crea. Por otra parte, la vitamina D, presente de forma natural en los lácteos, puede estar asociada con un menor riesgo de desarrollar fracturas por estrés en las niñas preadolescentes y adolescentes, especialmente si realizan actividades deportivas de alto impacto, según un informe publicado en la revista «Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine». Sin embargo, y tras siete años de seguimiento a cerca de 7000 niñas de entre nueve y quince años, los investigadores han hallado que la toma de lácteos y el calcio no guarda con el riesgo de desarrollar una fractura, mientras que la ingesta de vitamina D sí se asoció con un menor riesgo de sufrir una rotura, especialmente si realizan, al menos, una hora diaria de actividad de alto impacto. «Estamos ante un hallazgo inesperado, pero todavía se necesitan más estudios para determinar si la ingesta de vitamina D de los suplementos confiere un efecto similar de protección como la vitamina D que se ingiere a través de la dieta», alertan los investigadores del Hospital Infantil de Boston.
Para hacer un uso responsable de estos productos, el doctor Mitali Shah, especialista en Endocrinología del Boston Medical Center (EE UU) recomienda «buscar el nivel máximo de consumo tolerable que tiene un nutriente para no tomarlo en exceso, sobre todo cuando muchos de ellos se añaden a multitud de alimentos de consumo habitual como cereales de dasayuno, lácteos y otras bebidas». Ante todo, hay que tener muy claro, continúa, que «un suplemento dietético tiene por objeto complementar la dieta, no sustituirla». Sin embargo, un análisis elaborado en mayo de 2011 por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre los dieciocho complementos vitamínicos más vendidos del mercado, revela que ninguno cubre el 40 por ciento de la cantidad diaria recomendada de calcio, por ejemplo, lo que sí hace un vaso de leche. Algo similar sucede con el hierro, que sólo está presente en dos de los complementos estudiados.
CASOS CONCRETOS
Gómez Enterría sólo justifica la toma de suplementos en casos determinados como «enfermedades que alteran la absorción de las vitaminas a nivel del tracto digestivo (por ejemplo, enfermedad intestinal inflamatoria, resecciones intestinales, enfermedad celíaca mal controlada), alergias alimentarias que impliquen eliminar de la dieta múltiples alimentos. En todos los casos, la indicación de la toma de suplementos vitamínicos se debe realizar por prescripción médica». Respecto a los productos que se comercializan en el mercado y que contienen un plus de vitaminas y minerales, el doctor Juan Martínez, jefe de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Carlos III de Madrid sostiene que «por la cantidad que contienen no pueden no pueden ocasionar daños para la salud».
Fuente:larazon.es