Éste domingo, y en mitad de la polémica por el cambio de hora, nos hemos visto un año más obligados a desplazar la manecilla de nuestros relojes. Realmente ¿estamos haciendo lo correcto?.
Inevitablemente, el cambio de hora que se realiza semestralmente genera un pequeño “jet lag” a millones de españoles. Por otra parte, el asumir lo que se denomina “horario de invierno” genera unos problemas añadidos para muchas de nuestras actividades diarias.
Desde el año 1942 España se encuentra en un huso horario que – geográficamente – no le corresponde”.
Baleares y numerosas áreas de Levante han mostrado su rotunda disconformidad y han avivado más, si cabe, la necesidad de optimizar el huso horario español.
Un error histórico.
Desde el año 1942 España se encuentra en un huso horario que – geográficamente – no le corresponde. La explicación oficial hunde sus raíces en la Historia achacándolo a un alineamiento ideológico del régimen español con el alemán. sin embargo – y tras más de 4 décadas de pervivencia – tal disculpa es, para muchos, difícil de sostener. ¿Por qué no se ha normalizado aún éste parámetro en España?.
En qué nos afecta.
Como todos comprobamos anualmente, el horario de invierno implica sumirnos en la noche más profunda cuando, apenas, son las 6 de la tarde. Una “eventualidad” que limita la conciliación laboral-familiar para multitud de españoles que, al acabar su correspondiente jornada laboral ven como, con ella, finalizan las horas de luz disponibles.
Éste descuadre se traslada, también, a elementos de ocio como las programaciones televisivas que abordan su periodo de máxima audiencia (el denominado “prime time”) cuando el televidente debería estar, más bien, pensando en ir a la cama.
Las implicaciones sobre el descanso y la calidad de vida son obvias… pero incluso van mucho más allá.
Repercusiones económicas.
Una parte fundamental de nuestra economía se basa en el turismo. Un turismo en el que el sol (santo y seña de nuestra tierra) es un ingrediente primordial. Por ello, tal y como han manifestado varias Comunidades Autónomas, asumir el horario de invierno y recortar una hora de sol en el tramo vespertino, genera a las arcas nacionales millones de euros en pérdidas… y una merma en cuanto a competitividad frente a otras ofertas turísticas.
Estos “prontos atardeceres” tampoco son de gran ayuda para combartir el denominado “turismo de borrachera” que preocupa a cada vez más enclaves vacacionales: menos sol y más noche; un peligroso combinado para un sector que tiene un peso fundamental en el PIB.
¿Horario de invierno?
Rotundamente NO, como Consumidores. Ajustar el huso horario al que geográficamente corresponde a nuestro país repercutiría directa y positivamente tanto en nuestro nivel de vida… como en el de los millones de personas que anualmente nos visitan.
Madre mía, otra de tantas cosas (como el ancho de las vías de tren) que lleva 50 años de quejas y medio siglo sin cambiarse. BIEN !!!!!