La reciente escalada de precios en un producto tan crucial para nuestra Gastronomía como es el aceite, ha provocado que muchos Consumidores se replanteen el comprar productos ó calidades distintos a los habituales. ¿Tiene sentido?, en ocasiones sí: ¿sabíais que no siempre es lo más coherente freír un huevo con aceite de oliva Virgen Extra?. Os lo explicamos.

Virgen Extra
El Aceite de Oliva, “Oro líquido” de nuestra Gastronomía.

La crisis y el descenso en la capacidad de gasto de las familias ha propiciado que numerosos fabricantes rescaten fórmulas y productos que ya estaban prácticamente olvidados.

Estos productos, por lo general, suponen una merma de calidad respecto al Aceite de Oliven Virgen Extra.

Y sin embargo tal reducción no siempre tiene una correspondencia directa en el precio final del producto, tal y como hemos podido comprobar en Atención al Consumidor.

Por ello, es de crucial importancia analizar el etiquetado del producto para poder establecer qué tipo y calidad de aceite de oliva es el que estamos a punto de comprar. Según la Legislación de la Unión Europea en su Reglamento CE 1019/2002 se reconocen 4 tipos de aceites comerciales y uno no comercial:

  • Aceite de Oliva Virgen Extra: Es el aceite de máxima calidad. Se obtiene mediante prensados mecánicos de la aceituna y no debe presentar defecto alguno en sus cualidades organolépticas (que deben tener una calificación mínima en cata de 6,5 puntos sobre 10). Respecto a su acidez, ésta debe ser inferior al 0,8º. Se contemplan 3 sub-variedades: Monovarietal (en su elaboración se contempla un único tipo de variedad de aceituna), Coupage (mezcla de distintas variedades) y los amparados bajo una Denominación de Origen. Por cierto aquellos aceites Virgen Extra sin filtrar, pueden no ser válidos para usar en caliente. Por ello recomendamos antes, leer la etiqueta.
  • Aceite de Oliva Virgen: Pese a presentar una calidad inferior al anterior, en los lineales de venta es fácil verlo a unos precios muy similares. Su sistema de producción es similar al del “Virgen Extra”, sólo que las exigencias en cata son notablemente inferiores (máximo de un 5,5 sobre 10) y su acidez puede llegar legalmente a los 2º.
  • Aceite de Oliva: Técnicamente es una mezcla de aceites virgen y de aceites refinados (proceso éste que se aplica sobre aceites defectuosos), de ahí que en su denominación comercial no se aplique la palabra “Virgen”. Su cata puede fácilmente situarse por debajo de los 5 puntos sobre 10 y su acidez ascender hasta los 1,5º.
  • Aceite de Orujo de Oliva: Éste es uno de los ejemplos de producto que, al abrigo de la crisis, ha regresado a las estanterías de los establecimientos. Éste aceite se elabora mediante el refinado del material sobrante en la elaboración de los tipos anteriores; esto es, en vez de utilizar aceitunas, emplea el hollejo de éstas una vez prensado. A ese residuo vegetal se le aplican unos sistemas químicos de extracción y se le añade un mínimo porcentaje de Aceite de Oliva Virgen Extra para mejorar su textura y cata final. Lamentablemente, su precio final le sitúa muy cerca de otros tipos de aceite como el de soja ó el de girasol que presentan mejores aptitudes culinarias en frío y, sobre todo en caliente.
  • Aceite de Oliva Virgen Lampante: Es el único tipo “No Comercial” reconocido por la Unión Europea. El nombre proviene de su antiguo uso como combustible para lámparas. Aparece mezclado (en proporciones de un 15 a 20%) con Aceite de Oliva Virgen Extra para elaborar el tipo “Aceite de Oliva” que comentamos anteriormente.

Junto a éstos 5 tipos, deberíamos añadir dos más minoritarios, pero tremendamente interesantes para el consumidor: la Flor de Aceite (aceite de primerísima calidad y rotundo sabor obtenido del primer prensado de la aceituna, a veces mediante sistemas manuales) y el Aceite de Oliva Virgen Extra No Filtrado, similar a la Flor de Aceite pero sin sufrir ningún tipo de filtrado ó depurado. De éste modo se obtiene un aceite turbio (con cierto poso), denso, consistente y rotundo en boca, sin duda, una de las variedades más apreciadas por gourmets de todo el mundo.

Conclusión.


Idea

Dos recomendaciones. La primera es que antes de adquirir una botella de aceite identifiquemos en la etiqueta el tipo al que corresponde. Numerosas marcas comercializan su “Aceite de Oliva” con un diseño estético de etiquetado muy similar al de sus productos “Virgen Extra” pero con un precio sólo ligeramente menor, lo que puede inducir al consumidor a confusión.

Y segunda, comprobar además el precio, ya que el coste de muchos productos etiquetados como “Aceite de Oliva” por determinadas marcas tienen, pese a su menor calidad, un coste muy superior al “Aceite de Oliva Virgen Extra” que comercializan pequeños productores e, incluso, se etiquetan como marca blanca. Estas alternativas son perfectamente accesibles en cualquier supermercado ó gran superficie y nos permiten ahorrar en el precio final, sin escatimar en calidad ni en valor culinario.


2 COMENTARIOS

  1. Es sumamente interesante que a los consumidores nos puedan informar sobre los productos que consumimos.

    Muchas veces compramos sin mirar las instrucciones o de que está elaborado el producto que adquirimos.

    Este artículo sobre el aceite de oliva, me ha servido para aprender mas sobre éste magnífico producto, y que

    tenemos la suerte que el mejor aceite esté en España.,

    • Muchísimas gracias Maribel. Nos alegramos de que el artículo te haya resultado de utilidad. Y sí, efectivamente, tenemos el enorme privilegio de tener así de cerca un producto tan saludable y maravilloso como es el aceite de oliva.

      Un saludo!

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