Cada día millones de españoles se lanzan a la calle acompañados por ése pequeño pero útil pedacito de plástico. Gracias a él ya no necesitamos llevar kilos de calderilla en los bolsillos, podemos comprar en cualquier parte del mundo y, hasta pagar a plazos algún pequeño – ó no tan pequeño – capricho repentino. La pregunta “del millón” es… ¿sabemos REALMENTE usarla como Consumidores?.

Están por todas partes, en nuestros tarjeteros, al lado del ordenador e incluso, si miran en su buzón tal vez encuentren una. Lo confirma el Banco de España: en nuestro país hay circulando más de 50 millones de tarjetas de crédito y casi 25 de débito, ó dicho de otro modo; casi dos por español.

Aunque nos cueste asumirlo, rara es la tarjeta que nos da servicio con total gratuidad”.

Y las cifras no paran de crecer. Internet se ha convertido en el aliado por excelencia del llamado “Dinero de Plástico” hasta el punto que resulta imposible navegar por la Red sin encontrarnos (diariamente) un momento y ocasión en la que se nos pida, se nos exija, una tarjeta.

Ya que estamos obligados a tan estrecha convivencia, no está de más recordar unas pautas básicas de uso que, bien por las prisas, bien por el desconocimiento, con frecuencia se nos escapan… y generan funestas consecuencias.

El A,B,C de las Tarjetas.

En Atención al Consumidor (a través de las consultas que recibimos diariamente) hemos detectado que un gran número de usuarios no sabe a ciencia cierta si su tarjeta es de Crédito, de Débito ni – lo que es más preocupante – lo que éstos términos van a conllevar. Tarjeta de Débito es aquella que usa “directamente” el dinero de nuestra cuenta bancaria: pagamos, y si hay dinero suficiente en la cuenta, se nos hace el cargo y se procede con la compra. Así de fácil.

Las tarjetas de Crédito, por el contrario, cargan el importe de la compra a un crédito pre-concedido que se nos ha cargado en la propia tarjeta. En éste caso cuenta lo que nos queda de dicho crédito, NO lo que tenemos en la cuenta. Antes de contratar una de éstas tarjetas, deberíamos hablar personalmente con el Gestor de nuestra entidad bancaria ya que, actualmente en España, se comercializan más de 100 fórmulas distintas de tarjetas en función de su límite de crédito, forma de pago, intereses y coberturas. Algunos modelos son extremadamente caros de mantener, así que conviene asesorarse antes – incluso – de contratarlas.

Y hablando de “coberturas”, damos por hecho que nuestras tarjetas disponen de seguros (viaje, accidentes, compras… y otros tantos que hemos escuchado en frecuentes “leyendas urbanas”); algo que no cierto. Salvo el manido protocolo para ayudarnos ante un fraude (que encontraremos en casi todos los modelos) a día de hoy es difícil encontrar una tarjeta que nos proporciones seguros adicionales, por lo que si necesitamos alguno de éstos servicios, debemos consultar a la entidad y (probablemente) optar por tarjetas de gama más alta y, consecuentemente más caras. Yes que, como veremos en el siguiente punto…

¡No son gratis!.

Aunque nos cueste asumirlo, rara es la tarjeta que nos da servicio con total gratuidad. Una gran parte nos exige una “cuota de mantenimiento” anual. Si no la lleva (esto es; cuando el Gestor de la oficina nos indica que es “un regalo”) seguramente nuestra tarjeta nueva y flamante sea un híbrido entre crédito y débito que se nutra de intereses, aplazamientos y otras comisiones. De hecho; algunos modelos ya vienen con un pago a plazos cargado. Aún cuando no hayamos comprado nada.

CONCLUYENDO: Antes de decantarnos por una tarjeta de crédito ó débito, debemos mantener una muy larga charla con un gestor, asegurarnos bien de las condiciones, coberturas y condiciones de uso y sólo (¡sólo!) cuando lo tengamos todo MUY claro, procederemos a su contratación. Nosotros, desde Atención al Consumidor ponemos a su entera disposición a nuestro equipo técnico y humano para resolver cualquier duda que pueda surgir a nivel de Consumo.

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