Los usuarios que se decantan por este sistema de amortización tendrán cuotas más suaves, pero pueden estar muchos años pagándolas sin apenas reducir su deuda.

Es habitual utilizar las tarjetas de crédito para pagar las compras, sin conocer qué intereses genera su uso. Y esto es un grave error, ya que hay que abonar durante varios años una cuota todos los meses, sobre todo si los titulares se acogen a la fórmula de pagar un mínimo sobre la cantidad aportada. Por tanto, se debe calcular antes cuánto cobrará el banco, bien para amortizarlo antes, o para no endeudarse más de la cuenta, al menos mientras dure el periodo de liquidación de la deuda. En el siguiente reportaje se incide en que lo más recomendable es conocer el importe que exigirá el empleo de estas tarjetas y si el tipo de interés es elevado, anularla o sustituirla (una vez finiquitada la deuda) por otra menos exigente.

No limitarse a la devolución mínima

Son muy numerosos los ciudadanos que “tiran de tarjeta”, aun a sabiendas de que estos adelantos habrá que devolverlos, y en muchos casos con intereses que superan el 20% en los “plásticos” más caros. Por eso, no es aconsejable abusar de este medio de pago y solo conviene echar mano de la tarjeta de crédito en ocasiones puntuales y de gran urgencia, en las que sea indispensable afrontar algún pago imprevisto y de cierta envergadura.

Porque un pequeño abono destinado a compras, paquetes vacacionales o una cena familiar hará que después se tengan que afrontar leves cuotas mensuales durante muchos años, más de los estrictamente necesarios. Y es que los usuarios piensan que, al ejecutar la devolución mínima permitida por los bancos, soportarán mejor la cuota, pagarán menos y podrán disponer de mayor liquidez todos los meses.

Si bien es cierto, también lo es que esta práctica les lleva a estar muchos años abonándola sin apenas haber reducido la deuda contraída. Esto pasa cuando un cliente decide pagar sus compras (por valor de 3.000 euros) con su tarjeta de crédito el 20% T.A.E. En este supuesto, tendrá que devolver el importe adelantado más los intereses generados que serían de 600 euros, es decir, tiene una deuda hacia su entidad de 3.600 euros. Pero si se inclina por pagar un mínimo del 3% al mes, que representaría 90 euros, en todo un año habrá devuelto solo 1.080 euros, con lo que seguiría debiendo a su entidad 1.920 euros, lo que implicaría otros tres o cuatro años más abonando una cuota mínima todos los meses.

A favor de la estrategia operativa de aplicar el mínimo interés está, por tanto, el hecho de que se permite pagar cuotas mensuales más asequibles todos los meses y, de esta forma, ajustarse mejor al presupuesto familiar.

Por el contrario, y como contrapunto, la reducción de la deuda es mínima, y pueden encontrarse en una situación de estar muchos años abonándola y sin apenas reducirla. Para solucionar este problema, pueden hacerse varias cosas:

  1. La principal línea de actuación reside en aumentar el porcentaje de forma progresiva y en función de las necesidades de cada cliente.
  2. También pueden aligerarse los pagos, si se seleccionan las tarjetas que conlleven los tipos de interés menos exigentes del mercado.
  3. Se puede optar por eliminar los gastos derivados de su emisión y mantenimiento, algo que ayudará a que el consumo de la tarjeta de crédito sea más llevadero.

Minimizar gastos

Todos los meses pasan desde el banco un abono sobre el crédito de la tarjeta, que hace destinar una parte de los ingresos a la amortización de esta operación. Para que mantener el “plástico” no sea más costoso, los usuarios pueden aplicar una serie de pautas que reduzcan al mínimo sus gastos:

  • Se puede lograr, en primer lugar, buscando modelos que no apliquen ninguna cuota anual por su mantenimiento o renovación y, de esta manera, no suponga afrontar más costes por su titularidad. En este sentido, hay un grupo de tarjetas que se comercializan bajo esta estrategia comercial y que permitirán ahorrarse entre 10 y 50 euros al año por este concepto.
  • Otra alternativa procede de la domiciliación de la nómina, que en algunas propuestas exime a sus titulares de afrontar también estos gastos, y que pueden ser extensibles tanto a las tarjetas de crédito como a las de débito.
  • Elegir la tarjeta que tenga los tipos de interés menos exigentes del mercado, ya que las diferencias entre una y otra pueden ser muy importantes a la hora de acometer el pago de las cuotas mensuales.

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