Nos las ofrecen como un producto muy atractivo porque permiten aplazar los pagos sin que apliquen ningún tipo de interés o gasto, pero la realidad es que no todo son ventajas. Cosas que debes conocer para usarlas sin sorpresas.

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¿Cuántas tarjetas te ha ofrecido ya tu banco? Mejor aún… revisa tu cartera, ¿cuántas tarjetas de crédito tienes? ¡Cuidado!. Los bancos quieren que usemos sus tarjetas de crédito sea como sea. Acceden a no cobrar intereses cuando sus clientes compran y pagan a plazos. ¿Qué majos, no?… pues no, no lo son. Es una estrategia que al final les favorece. Cuantos mas meses tardes en pagar, más ganan ellos.

Usar una tarjeta de crédito para pagar una compra tiene una ventaja sobre todo si el importe es alto: no tienes que dejar tu cuenta bancaria en números rojos, puedes devolverlo en cómodas cuotas mensuales. Ese es el quid de la cuestión… ¡las cuotas!. Si eliges un plazo largo, estas operaciones conllevan el pago de una serie de intereses. De hecho este tipo de tarjetas son productos de financiación bastante caros. ¿Sabias que suelen tener un interés en torno al 18 %?.

Ejemplo: hemos pagado con la tarjeta de crédito (interés del 18 %) un traje que nos ha costado 500 €. Si el importe se devuelve en tres meses, generaría un gasto de 15 €. Si en lugar de intereses, el banco cobrase una comisión del 4 %, el coste subiría a 20 €.

Conclusión: para que sea rentable, tiene que ser un gasto no muy alto y el plazo de devolución no muy largo.

Atrasarse con las cuotas: Penalización

Conviene asegurarse, antes de usarla con alegría, que vamos a poder hacer frente a los pagos cuando llegue el momento.

Si nos retrasamos, tendremos que abonar comisiones por la reclamación de la deuda. ¡OJO!, por cada cuota impagada, el coste de la reclamación puede superar los 30 euros. Además, el dinero que no se haya devuelto a tiempo devengará intereses de demora y el coste de la operación comenzará a incrementarse.

Atención a los seguros inesperados

Nos repetimos, ¡lo sé! pero, antes de contratar cualquier producto, es necesario revisar bien el contrato, sobre todo leer la letra pequeña para comprobar que, además de la tarjeta, no se está contratando un seguro de protección de pagos (creednos; ocurre más veces de las que pensáis).

Algunas tarjetas (especialmente las que se comercializan bajo el logo de una cadena comercial), pueden venir acompañadas de estas pólizas. Si las contratamos sin examinarlo, acabaremos abonando todos los meses un sobrecoste…. y no están las economías familiares como para despilfarrar.

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