Un electrodoméstico de clase G hará pagar hasta tres veces más por el mismo servicio que uno de clase A.

Si se quiere ahorrar en la factura de luz, existen muchos trucos que se pueden aplicar. Sin embargo, el afán por ahorrar puede llevar a cometer algunos errores que a la larga pueden salir caros. En concreto, puede ocurrir que se compren electrodomésticos que, pese a ser más económicos, consuman más energía de la necesaria. Por ello, en este artículo se disecciona la etiqueta energética, de modo que sirva de ayuda para poder adquirir estos aparatos con la mejor relación calidad-precio posible.

La etiqueta energética, ¿por qué mirarla?

Cuando llega el momento de renovar un electrodoméstico, sobre todo los principales (nevera, lavadora, televisión, etc.), no se debe pasar por alto la etiqueta energética que les acompaña. Pese a que pueda resultar engorroso, la información que detalla esta pegatina será muy útil si se quiere ahorrar luz en los próximos años.

Pero ¿qué datos aporta que puedan ser relevantes? En función del electrodoméstico hay unas anotaciones diferentes, pero en general todas mostrarán el consumo energético que requiere el aparato para funcionar. Para hacerlo de forma sencilla, enseña los datos a través de una escalera de colores en la que el verde es el consumo más bajo y el rojo el más alto.

Pero hay que tener en cuenta las posiciones intermedias. Para ello, se debe mirar la letra que acompaña al color. Así, mientras A+++ es la mejor calificación, la D sería la última opción si se quiere ahorrar energía.

¿Tanta diferencia hay para tener en cuenta la calificación?

El diseño, el tamaño e incluso el color son algunos de los parámetros que se consideran al cambiar de electrodoméstico, pero no siempre se revisa la calificación energética que tiene. ¿Hacemos bien? ¿No aporta nada útil?

De primeras hay que saber que un aparato con una calificación G consume hasta tres veces más que uno de clase A. Como es obvio, estos electrodomésticos son más caros, pero a la larga se amortiza el capital invertido. Además, hay que tener presente que un frigorífico o una lavadora no es algo que se cambie cada dos años, por lo que más vale asegurarse de que consume poco si no se quiere arrepentirse a largo plazo.

Para hacerse una idea, los aparatos en los que se encuentran estas pegatinas de información energética son neveras, congeladores, lavadoras, secadoras, lavavajillas, hornos eléctricos, aires acondicionados, etc., por lo que dedicando un poco de tiempo a investigar los datos que resume la etiqueta, es posible mejorar de forma considerable la factura eléctrica.

Ahorrar luz, pero también agua, ruido…

En esta etiqueta no solo se muestran los datos relativos al consumo de electricidad. En función del aparato, hay otras cifras útiles, sobre todo si se tienen algunas manías o deficiencias en los electrodomésticos actuales que se quieren subsanar con un nuevo modelo. Entre los valores que se miden se hallan varios tipos: los relativos al consumo (de luz, agua, etc.), los que hacen referencia a la emisión de ruidos y los que muestran la capacidad del aparato para realizar su función. En detalle son:

  1. Consumo de energía anual. Se basan en los resultados testados para un uso normal durante 24 horas. Esta cifra se puede encontrar en todas las etiquetas y es sumamente útil para tener una idea más clara de cuánto cuesta “mantener” su utilización.
  2. Consumo de agua anual (en litros). Se halla en lavadoras, lavaplatos… y ayudará a ahorrar en la factura de agua.
  3. Emisión de ruido (en decibelios). Muy útil en aparatos de aspiración, lavadoras, secadoras, etc., sobre todo si se quieren evitar discusiones con los vecinos al usarlos por la noche.
  4. Capacidad útil. Espacio que puede albergar el aparato. Este dato se encuentra referido en kilogramos (en lavadoras y secadoras), en litros (frigoríficos y congeladores) o en utensilios (cuando se trata de friegaplatos dirá el número de piezas que se pueden meter).

También es posible toparse con características más específicas como: la eficacia de secado (lavavajillas), en la aspiración sobre moquetas (aspiradoras) o en el filtrado de grasa (campanas). En definitiva, todo un chivato que, además de permitir ahorrar en energía, también deja seleccionar el aparato más eficiente. Eso sí, si de verdad se quiere ahorrar, no hay que olvidarse de disponer de una buena tarifa de luz. Y es que, al final, todo cuenta.

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