Nuevamente los dispositivos GPS vuelven a estar en el “punto de mira” tras haber sido un factor clave en el trágico accidente ocurrido hace apenas unas horas en la localidad de Sant Llorenç d’Hortons. ¿Son una ayuda… ó, en ocasiones, un peligro?.

El GPS ¿Enemigo ó aliado?

La clásica estampa de un coche ladeándose hacia la acera, bajando la ventanilla y preguntando al viandante por un destino parece ya cosa del pasado.

… Ó dicho de otro modo: conducimos nosotros; no el GPS”.

Desde hace unos años, el GPS se ha convertido en nuestro inseparable compañero de viaje y, con demasiada frecuencia, en el principal garante de una ruta correcta.

Primero fueron los modelos “autónomos” que se colocaban sobre el salpicadero (…y que en ocasiones te obligaban a colocar una pequeña entena en el techo). Poco tardaron los fabricantes en darse cuenta de la importancia de éste elemento y, consecuentemente, en integrarlo dentro del equipamiento del propio vehículo; de hecho, incluso los vehículos de gama más modesta lo equipan de serie.

Sin embargo su generalización ha venido de la mano, una vez más, de la telefonía móvil. Actualmente disponemos en el mercado de una amplia oferta de APPs (muchas de ellas completamente gratuitas) a las que encomendar nuestro viaje. Pero ¿hasta qué punto?.

¿Quien tiene la culpa cuando ocurre un percance?.

El GPS es un asistente externo a la conducción; un elemento de carácter complementario que da cierta cobertura a la labor de pilotaje. Ó dicho de otro modo: conducimos nosotros; no el GPS. Por otra parte, ésta circunstancia (como elemento “externo”) hace que su emplazamiento, uso y funcionamiento puedan interferir negativamente con la conducción:

En Atención al Consumidor hemos detectado que determinados modelos y prácticas (técnicas y/o comerciales) no son del todo compatibles con una conducción segura. A modo de ejemplo:

  • GPS de salpicadero con tamaños nada discretos que pueden llegar a obstaculizar nuestro necesario campo de visión. Su emplazamiento (frente al parabrisas) puede generar molestias visuales y ángulos muertos (muy en la línea de aquellos ornamentos que antaño se colocababn colgando del retrovisor… y que tantos problemas nos pueden generar con la Benemérita).
  • Sistemas integrados dentro de la consola central del vehículo. Numerosos fabricantes emplazan el GPS aprovechando la inevitable pantalla ó display del coche. El problema es que dicha pantalla se ubica en ése emplazamiento concreto (normalmente sobre el pilar central del vehículo) pensando en que tanto piloto como copiloto puedan acceder a funciones secundarias (climatizador, equipo de música, modo de conducción….), no para que quien esté al volante aparte su vista de la carretera…. con demasiada asiduidad.
  • Aplicaciones móviles: No todas incluyen un sistema (como el implantado recientemente en el célebre juego Pokémon Go) para evitar que la persona que conduce manipule el smartphone en marcha. Con el peligro que ello conlleva. Tampoco todas están pensadas para ser efectivas dándonos sólamente instrucciones de voz – en éste sentido APPs como Google Maps o Waze son un loable ejemplo. Algunas requieren de nuestra intervención directa en pantalla lo que las convierte en todo un peligro para la Seguridad Viaria.

Como vemos el GPS es un elemento ajeno al vehículo y, en cierto modo, ajeno al proceso de conducción, por lo que no debemos depositar en él más pretensiones de seguridad (ni tiempo) que las estrictamente indispensables. Siempre con el coche parado…. y preferiblemente antes de empezar nuestro viaje.

Con las actualizaciones hemos topado.

A todo ésto hay que añadir que para que el GPS nos ofrezca un mínimo de eficacia, debe de estar oportunamente actualizado: modificaciones en el viario, posibles incidentes en cada tramo e, incluso, información meteorológica (en las versiones más recientes de éstos programas).

El problema es que no todos lo usuarios circulan con versiones actualizadas: bien por que no nos hemos tomado el necesario tiempo para sincronizar nuestro dispositivo por Internet, bien por que el GPS “incardinado” de serie en nuestro vehículo requiere de un elevado desembolso para ponerse al día.

De hecho, y como nos han hecho llegar numerosos Consumidores, el precio de actualizar un GPS integrado en el coche puede requerir un pago superior a los 300 €. Y no, no hay alternativas en la industria auxiliar. Todo un negocio que – como estamos viendo – puede afectar negativamente a la seguridad en la conducción.

Resumiendo….

El GPS es una mera asistencia – externa – a la conducción a la que no debemos encomendar nuestra seguridad y la de los que nos rodean. A la hora de utilizar uno de éstos sistemas, debemos cerciorarnos de que no interfieren en las labores habituales de conducción y de que su software está plenamente operativo y actualizado. Así evitaremos distracciones y errores.

Aquellos Consumidores que no utilicen un turismo concencional (conductores de autobús, camión, motocicletas, bicicletas…), deben saber que existen modelos adaptados al uso habitual de tales vehículos, algunos de ellos profesionales que – obviamente – tienen un mayor coste pero que también ofrecen un mayor y mejor nivel de eficacia.

Y por último un consejo: centrarnos en la conducción y ceder la interacción con el programa en cuestión a alguno de los ocupantes del vehículo. Nuestra seguridad es lo primero y no, el GPS ni puede ni debe conducir por tí.

1 COMENTARIO

  1. Tremenda la leche que te meten algunas marcas para actualizar el GPS del coche !!!!, te sale mas a cuenta estrenar telefono y ponerle una app cualquiera.Lodicho, algunos se pasan.

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