Cuanto mayores sean los ahorros también crecerán las oportunidades para rentabilizarlos e incluso acceder a productos vetados a las pequeñas bolsas de ahorro.

Un ahorrador debe decantarse por los productos bancarios en función de los recursos económicos de que disponga. Quienes tengan una bolsa de ahorro mínima tendrán limitado el acceso a muchos productos, al no cumplir con los importes mínimos exigidos, y deberán conformarse con la contratación de acciones en los mercados bursátiles o fondos de inversión. A quienes tengan un saldo más saneado para dedicarlo a la inversión se les abrirán nuevas puertas y podrán diversificarla.

Un producto para cada perfil

¿De qué forma pueden sacar partido a sus ahorros los usuarios bancarios? A través de muchos productos disponibles para ellos en función de sus recursos económicos. Se puede considerar cuatro grupos de ahorradores y según sus características se determinará cuáles son los diseños de ahorro e inversión más favorables para sus intereses particulares.

  1. Ahorros entre 100 y 1.000 euros: poco podrán hacer para incrementar su capital en los próximos años. Debido a tan exigua cantidad disponible tendrán prohibido su acceso a muchos de ellos. Su estrategia debería encaminarse a depósitos a plazos cortos y que estén disponibles para sus pequeñas aportaciones. Y si quieren un mayor interés, no les quedará más remedio que acudir a la Bolsa para hacer realidad sus deseos, aunque a costa de soportar unas fuertes comisiones por sus operaciones de compra y venta.
  2.  Ahorros entre 1.000 y 10.000 euros: el abanico de alternativas para depositar los ahorros se amplía de manera notable. En todas las propuestas destacan los fondos de inversión en cualquiera de sus modalidades: renta fija, variable, alternativos o mixtos…, que en la mayoría de los casos importan unas cantidades mínimas a partir de 1.000 euros. Esta medida se puede complementar con la suscripción de una imposición de mayor permanencia y, por supuesto, con la compra de acciones en los mercados a través de una pequeña cartera de valores, en las que se incluyan dos o tres valores correspondientes a empresas con bajo nivel de endeudamiento y que cuenten con un alto potencial de revalorización.
  3. Ahorros entre 10.000 y 50.000 euros: se van incrementando las oportunidades de inversión. Quizás sea el momento en el que los ahorros se pongan en manos del banco del usuario para que, a través de una cartera delegada, se encargue de gestionar sus ahorros. También podrá optar de forma individual por entrar en los mercados bursátiles a través de una cartera diversificada, en la que no pueden faltar los valores con una importante rentabilidad por dividendo, por encima del 5%, que proporcione más seguridad al patrimonio.
  4. Ahorros a partir de 50.000 euros: los afortunados que tengan tales cantidades monetarias no deben relajarse en sus estrategias de inversión, sino aprovecharse de esta ventaja con respecto a otros ahorradores con una cuenta corriente menos boyante. Para empezar, podrán acceder a ciertos productos que no están al alcance de todos; entre ellos, algunos fondos de inversión que requieren de importantes sumas económicas. También podrán destinar una pequeña parte de sus ahorros a productos de renta variable que contemplan muchos más riesgos en sus operaciones, pero con los que pueden incrementar de forma notable su patrimonio y en poco tiempo. Warrants, ETFs, ventas a crédito o metales preciosos pueden ser objeto de sus preferencias, siempre que cuenten con el aprendizaje necesario para operar con estos productos y en unos mercados más sofisticados.

Diversificación de los ahorros

A medida que la bolsa de ahorro sea mayor, serán más amplias las combinaciones que podrán hacerse. Pero deben ser ejercidas bajo una estrategia de diversificación, que proporcione mayor seguridad a los ahorros. Esta descentralización de los ahorros no será en exclusiva sobre un mismo producto, sino que se aplicará en todos.

Deberá incluir renta fija, a través de fondos, pero también apoyada por imposiciones a plazo, al igual que la variable, de igual forma distribuida en una cesta de acciones con altas posibilidades de revalorización. Y se puede completar el proceso con una mínina parte de los ahorros destinados a productos más sofisticados o en fondos monetarios, en función de si el usuario es agresivo o defensivo, respectivamente. Y al final se dejará una punta de liquidez necesaria para aprovecharse de las oportunidades que siempre generan los mercados en cualquier situación.

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