Cada vez más establecimientos (incluidos los hosteleros) proporcionan a sus clientes el afamado “tícket de la compra”, un pequeño documento que acredita la transacción realizada… pero que muchas veces es desechado sin que lleguemos siquiera a revisarlo.
La estampa es muy habitual; junto con las vueltas, el amable dependiente nos proporciona el tícket, la cuenta. Una pequeña porción de papel que, en el mejor de los casos, acaba estrujado en el fondo del bolsillo… como paso previo a su inclusión en la papelera. En otras ocasiones son las propias prisas las que nos instan a indicar al cajero: “no me lo des que tengo prisa”. Grave error.
Éste denostado comprobante ejerce como garantía de compra en un innumerable cúmulo de supuestos”.
Con demasiada frecuencia, olvidamos el carácter que entraña ésa pequeña porción de papel y la importancia que puede desempeñar en determinados casos. Éste denostado comprobante ejerce como garantía de compra en un innumerable cúmulo de supuestos y nos permite acceder a funciones y operaciones que, de otro modo, serían legalmente dificultosas…. cuando no imposible. Pongamos algunos ejemplos.
- Permite la devolución de lo pagado ante un producto que no está en buen estado. Pese a los crecientes controles y exigencias en cuanto a seguridad alimentaria, puede ocurrir que un producto no presente las características y/o niveles de calidad debidos. Un mal almacenaje, una inadecuada conservación ó el omnipresente error humano pueden obligarnos a realizar una devolución para evitar males mayores.
- Permite actuar ante un producto que no cumple con lo publicitado. El afán de los fabricantes por realizar las propuestas cada vez más sorprendentes y competitivas, provoca que un gran número de productos no presenten la debida adecuación a lo que requerimos como Consumidores. De hecho, según la agencia independiente NIELSEN, un 76% de los nuevos lanzamientos comerciales fracasan en su lanzamiento. Productos que no cumplen su función, que no resuelven la necesidad para la que lo hemos adquirido ó, simplemente, que se alejan demasiado del estándard propio de un producto del mismo tipo. Una vez más, el tícket vuelve a ser nuestro salvador.
- Con él podemos requerir la factura. Aunque el documento acredita legalmente nuestra compra, en muchas ocasiones la información que contiene no nos permite hacer determinados usos administrativos. Si, sobre la compra realizada, necesitamos una factura convencional es preciso disponer del justificante acreditativo. De hecho, y cuando la adquisición se realiza en una gran superficie ó supermercado, es más que recomendable indicar que, además del tícket, se nos prepare la factura… aún antes de que se nos empiecen a tarificar los artículos que hemos depositado en caja.