En España, la legislación sobre grasas trans no es tan restrictiva como en Estados Unidos, que las ha prohibido, aunque es previsible que a medio plazo se limite su uso en los alimentos

En fechas recientes, la FDA (Food and Drug Administration, organismo que regula los productos alimenticios en Estados Unidos) ha tomado posición en contra de las grasas trans. En un plazo de tres años será necesario eliminarlas de los alimentos que se comercialicen en los Estados Unidos. En España y la Unión Europea también existe preocupación por este tema y se han planteado medidas, pero la legislación no es tan restrictiva. No obstante, es previsible que a medio plazo veamos un cambio en una línea similar a la norteamericana. En este artículo profundizamos en la situación actual en España y la UE con respecto al uso de grasas trans.

En España, la situación de las grasas trans está regulada desde el año 2011 a través de la Ley 17/2011 de Seguridad Alimentaria y Nutrición (en concreto, por el artículo 43). Allí se recogen tres puntos:

  1. En los procesos industriales en los que se puedan generar ácidos grasos trans, los operadores responsables establecerán las condiciones adecuadas que permitan minimizar la formación de los mismos, cuando se destinen a la alimentación, bien de forma individual o formando parte de la composición de alimentos.
  2. Los operadores exigirán a sus proveedores la información sobre el contenido de ácidos grasos trans de los alimentos o materias primas que les proporcionen y tendrán a disposición de la Administración la información relativa al contenido de ácidos grasos “trans” en sus productos.
  3. Estos requisitos no se aplicarán a los productos de origen animal que contengan, de manera natural, ácidos grasos trans.
    En España existe un interés cierto y real para reducir a la mínima expresión las grasas trans, aunque la evolución sobre este tema a la hora de prohibir su empleo probablemente aquí será más lenta que en Estados Unidos.

Grasas trans: a la espera del informe de la Comisión Europea

La Unión Europea lleva mucho tiempo trabajando este tema. Una buena muestra del interés y la preocupación la tenemos en el seminario sobre grasas “trans” que tuvo lugar a finales de 2013, organizado por el Comité ENVI del Parlamento Europeo (Committee on Environment, Public Health and Food Safety).

En aquel momento, las conclusiones alcanzadas reforzaban la importancia sobre la regulación para establecer un mayor control sobre las grasas trans siguiendo, por un lado, la estela de la experiencia danesa (recordemos que en 2003 Dinamarca fue el primer país en plantear este tipo de medidas para controlar el uso de las grasas trans por la industria alimentaria) y, por otra parte, quedándose a la espera de que se publique el informe previsto en el Reglamento 1169/2011 para el 13 de diciembre 2014 (todavía por publicarse).

“A más tardar, el 13 de diciembre de 2014, la Comisión, teniendo en cuenta las pruebas científicas y la experiencia adquirida en los Estados miembros, presentará un informe sobre la presencia de grasas trans en los alimentos y en la dieta general de la población de la Unión. El objetivo de este informe será evaluar el impacto de los medios más adecuados para que los consumidores tomen decisiones más saludables con respecto a los alimentos y la dieta en general, o que puedan fomentar la producción de alimentos que representen alternativas más saludables para los consumidores, incluyendo, entre otros, la información sobre las grasas trans a los consumidores o las restricciones para su utilización. La Comisión presentará una propuesta legislativa junto con dicho informe, si procede”, dice ese reglamento.

Sin embargo, el esperado informe de la Comisión Europea se está demorando más de lo deseado por todos los implicados, ya que hace más de seis meses que debería haberse publicado. Buena muestra de ese interés se evidencia a través de las cuestiones planteadas en el Parlamento Europeo. En la misma línea se han posicionado los consumidores de la UE a través de la BEUC (BUREAU EUROPÉEN DES UNIONS DE CONSOMMATEURS), evidenciando la importancia y relevancia de este tema.

Por tanto, a medio plazo es muy probable que veamos restricciones desde el punto de vista legislativo, siempre con el punto de mira en el planteamiento de medidas que puedan contribuir a garantizar que los alimentos que llegan a la mesa de los ciudadanos de la UE son saludables. Las medidas legislativas que contribuyan a una alimentación más saludable para los habitantes de la UE son fundamentales. Todos tenemos que contribuir y colaborar en esa línea para que la dieta en general sea más saludable al reducir la presencia de elementos como las grasas trans y en la misma medida garantizarnos una información adecuada sobre ellas.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí